La globalización, los mercados emergentes, así como el nacimiento
del nuevo bloque económico de naciones, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica
(BRICS), están aportando una serie de nuevas ideas y afluencia de diversos
puntos de vista y visiones del mundo, razón por lo cual cada vez más se plantea
las diferentes interpretaciones de la teoría en competencias laborales, con el
objeto de dar una difusión más integral y, lograr determinar, el perfil del
futuro profesional, pues, la experiencia, el conocimiento y el aprendizaje en
las aulas juegan un papel protagónico, para preguntarnos ¿cuáles son las
competencias profesionales y laborales que deben de contar el profesional de
hoy?
Es por eso, que las competencias laborales deben ser analizadas,
socializadas y estudiadas bajo distintos enfoques, no sólo uno es el correcto,
al contrario, al ser las competencias laborales parte integral de cada
profesional, las mismas deben de responder a diversos factores o aspectos que
van desde la propia capacitación técnica hasta el estudio de la conducta humana
y, como, se mueve en el mundo laboral. De ahí, que el concepto de competencia
laboral ha ido evolucionando y adaptándose, ya que no eran las mismas que se
necesitaban en el siglo XX, a las que requiere un profesional en pleno siglo
XXI, por la sencilla razón del actual y marcada globalización y la económica
neoliberal, ambas están dictando como se mueve el mundo y las empresas, con la
finalidad de buscar personal y herramientas para hacer de las organizaciones
más competitivas.
Competencias laborales, conjunto de conocimientos teóricos, habilidades, destrezas y
actitudes que son aplicados por el trabajador en el desempeño de su ocupación o
cargo en correspondencia con el principio de idoneidad demostrada y los
requerimientos técnicos, productivos y de servicios, así como los de calidad,
que se le exigen para el adecuado desenvolvimiento de sus funciones (Cejas,
2009).
Profesional, es quien ejerce una profesión, empleo o trabajo que requiere de
conocimientos formales y especializados, sin embargo, para convertirse en
profesional, él o ella debe cursar
estudios por lo general a nivel universitario, los cuales le van a avalar los
conocimientos adquiridos y la idoneidad para el ejercicio de la profesión,
aunado a esto Echeverría (2008) estable que la principal función de un
profesional es “potenciar el esclarecimiento de posibilidades personales con
sentido, mediante la identificación, elección y/o reconducción de alternativas
académicas, profesionales y personales, acordes a su potencial y proyecto
vital, contrastadas a su vez con las ofertadas por los entornos formativos,
laborales y sociales” (p.14).
Mercado laboral, es en principio un mercado como otros, sujeto a la oferta y la
demanda de mano de obra, sin embargo, en el convergen elementos distintivos que
lo hacen muy dinámico y representado por los trabajadores y los empleadores,
que son los que conforman la demanda y la oferta de trabajo respectivamente.
Certificación ocupacional,
desde el punto de vista de Irigoin y Vargas (2009) la
certificación de la competencias es el reconocimiento público, formal y
temporal de la capacidad laboral demostrada por un trabajador, efectuado con
base en la evaluación de sus competencias en relación con una norma y sin estar
necesariamente sujeto a la culminación un proceso educativo.
En la actualidad, como ejemplo concreto casi la mitad de la fuerza
de trabajo global está compuesta por personas nacidas entre 1977 y 1997,
conocidas como los “millennials”, son parte de la generación Y, predecesora de
la generación X, tanto Cheng (2007), Levy y Murnane (2007) y Gardner (2005)
señalan que las nuevas habilidades laborales que debe de contar el profesional,
son aquellas que logren desarrollarse profesionalmente, así como aprender
habilidades técnicas en su área de experiencia, productividad personal, el
liderazgo, conocimiento tanto industrial o funcional y, las estrategias, de innovación
y creatividad; si bien es cierto todas estas habilidades hacen del profesional
capaz de enfrentar los retos que la misma sociedad del conocimiento demanda, no
hay que dejar de lado la competencia laboral que está marcando la pauta del trabajo
actualmente, el uso de la tecnología y las computadoras, aunado a estas
competencias destaca el trabajo en equipo y los grupos colaborativos que las
empresas están creando para trabajar y lograr que, de alguna forma colocar a sus
empleados a pensar y ser más productivos, desde una perspectiva del desarrollo
personal.
Sin embargo, una de las interrogantes que ha estado en discusión ha
sido desde la óptica de la práctica docente ¿Qué relación existe entre la competencia
del profesional y su vinculación al trabajo a desarrollar en la empresa? ¿Puede
hablarse de formación de un estudiante universitario, y si está, le prepara
para el campo profesional?
Para dar respuesta a estas interrogantes es necesario entender si el
papel de las instituciones de educación superior están logrando desarrollar las
distintas habilidades, destrezas y conocimiento para desarrollar y desenvolverse
de forma idónea en la disciplina que eligió el joven a estudiar, o por el
contario, existe un divorcio entre lo que estudia y lo que debe realizar en el
campo laboral, sobre esta tesis González (2002) señala que para lograr
competencias laborales se requiere de la aplicación de los atributos
personales, conocimientos, habilidades, aptitudes, actitudes para lograr un desempeño
efectivo, de esta forma la competencia se constituye en una capacidad real
cuando las condiciones del proceso formativo exigen al alumno lograr un
resultado destacado en función de las necesidades de la empresa.
Ahora bien, el gran desafío es lograr que tanto las instituciones
educativas busquen formar a los estudiantes para desempeñarse de forma idónea al
salir graduados, e incorporarse al mundo laboral, sin embargo, la realidad es
otra la dinámica con que se está
moviendo el mundo actualmente, la economía productiva centrada en pocas naciones, hacen que los sistemas educativos de
la era industrial, deban de ajustarse y velar que el desfase entre teoría y
práctica no sea tan gradual, como la que se está viviendo y experimentando en
las universidades.
El cambio debe de darse y se debe de iniciar con una planificación y
políticas educativas acordes a lo que necesita el alumno, no centrado en
procesos memorísticos que al final lo que hace, es desvincularlo de la realidad
que va a enfrentar al momento de incorporase al mercado laboral, pues, lo que
ha dictado y ha marcado tendencias en las últimas décadas, es la proliferación de
conocimientos dictados, en los cuales los jóvenes deben de interiorizarlos de
forma mecánica y memorizables los distintos conocimientos, sin la debida explicación
y conciencia del porque lo hacen y, sobre todo, la importancia que tiene con su
formación.
Lograr comprender y conceptualizar educación y su vinculación a la
importancia de las competencias profesionales en el profesional del futuro, sin
lugar a dudas, aspectos como la motivación, desarrollo de habilidades para el
futuro, valores sólidos y éticos, les permitan mezclar el trabajo con el resto
de su vida y les ofrezcan una carrera con un sendero claro, por lo tanto, considero
que la complejidad y relevancia del tema impone la necesidad de un abordaje interdisciplinario
y transdiciplinario, con la finalidad de lograr desarrollar en los
profesionales en el contexto universitario, un escenario laboral en el que se
inserten de forma exitosa al campo laboral.
Referencias
Cejas, E. (2009). La
formación por competencias laborales y la enseñanza de la computación.
Argentina: El Cid Editor.
Echeverría, B.
(2008). Orientación profesional.
España: Editorial UOC.
González, V. (2002). ¿Qué significa ser un profesional competente? Reflexiones desde una
perspectiva psicológica. Revista Cubana de Educación Superior. Vol. XXII
No.1, 45-53.
Irigoin, M.; y Vargas, F. (2009). Certificación de competencias: del concepto
a los sistemas. Suiza: Organización Internacional del Trabajo.