domingo, 24 de mayo de 2015

Competencias laborales y los nuevos requerimientos profesionales

La globalización, los mercados emergentes, así como el nacimiento del nuevo bloque económico de naciones, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS), están aportando una serie de nuevas ideas y afluencia de diversos puntos de vista y visiones del mundo, razón por lo cual cada vez más se plantea las diferentes interpretaciones de la teoría en competencias laborales, con el objeto de dar una difusión más integral y, lograr determinar, el perfil del futuro profesional, pues, la experiencia, el conocimiento y el aprendizaje en las aulas juegan un papel protagónico, para preguntarnos ¿cuáles son las competencias profesionales y laborales que deben de contar el profesional de hoy?

Es por eso, que las competencias laborales deben ser analizadas, socializadas y estudiadas bajo distintos enfoques, no sólo uno es el correcto, al contrario, al ser las competencias laborales parte integral de cada profesional, las mismas deben de responder a diversos factores o aspectos que van desde la propia capacitación técnica hasta el estudio de la conducta humana y, como, se mueve en el mundo laboral. De ahí, que el concepto de competencia laboral ha ido evolucionando y adaptándose, ya que no eran las mismas que se necesitaban en el siglo XX, a las que requiere un profesional en pleno siglo XXI, por la sencilla razón del actual y marcada globalización y la económica neoliberal, ambas están dictando como se mueve el mundo y las empresas, con la finalidad de buscar personal y herramientas para hacer de las organizaciones más competitivas.

Competencias laborales, conjunto de conocimientos teóricos, habilidades, destrezas y actitudes que son aplicados por el trabajador en el desempeño de su ocupación o cargo en correspondencia con el principio de idoneidad demostrada y los requerimientos técnicos, productivos y de servicios, así como los de calidad, que se le exigen para el adecuado desenvolvimiento de sus funciones (Cejas, 2009).

Profesional, es quien ejerce una profesión, empleo o trabajo que requiere de conocimientos formales y especializados, sin embargo, para convertirse en profesional, él o ella  debe cursar estudios por lo general a nivel universitario, los cuales le van a avalar los conocimientos adquiridos y la idoneidad para el ejercicio de la profesión, aunado a esto Echeverría (2008) estable que la principal función de un profesional es “potenciar el esclarecimiento de posibilidades personales con sentido, mediante la identificación, elección y/o reconducción de alternativas académicas, profesionales y personales, acordes a su potencial y proyecto vital, contrastadas a su vez con las ofertadas por los entornos formativos, laborales y sociales” (p.14).

Mercado laboral, es en principio un mercado como otros, sujeto a la oferta y la demanda de mano de obra, sin embargo, en el convergen elementos distintivos que lo hacen muy dinámico y representado por los trabajadores y los empleadores, que son los que conforman la demanda y la oferta de trabajo respectivamente.

Certificación ocupacional, desde el punto de vista de Irigoin y Vargas (2009) la certificación de la competencias es el reconocimiento público, formal y temporal de la capacidad laboral demostrada por un trabajador, efectuado con base en la evaluación de sus competencias en relación con una norma y sin estar necesariamente sujeto a la culminación un proceso educativo.

En la actualidad, como ejemplo concreto casi la mitad de la fuerza de trabajo global está compuesta por personas nacidas entre 1977 y 1997, conocidas como los “millennials”, son parte de la generación Y, predecesora de la generación X, tanto Cheng (2007), Levy y Murnane (2007) y Gardner (2005) señalan que las nuevas habilidades laborales que debe de contar el profesional, son aquellas que logren desarrollarse profesionalmente, así como aprender habilidades técnicas en su área de experiencia, productividad personal, el liderazgo, conocimiento tanto industrial o funcional y, las estrategias, de innovación y creatividad; si bien es cierto todas estas habilidades hacen del profesional capaz de enfrentar los retos que la misma sociedad del conocimiento demanda, no hay que dejar de lado la competencia laboral que está marcando la pauta del trabajo actualmente, el uso de la tecnología y las computadoras, aunado a estas competencias destaca el trabajo en equipo y los grupos colaborativos que las empresas están creando para trabajar y lograr que, de alguna forma colocar a sus empleados a pensar y ser más productivos, desde una perspectiva del desarrollo personal.

Sin embargo, una de las interrogantes que ha estado en discusión ha sido desde la óptica de la práctica docente ¿Qué relación existe entre la competencia del profesional y su vinculación al trabajo a desarrollar en la empresa? ¿Puede hablarse de formación de un estudiante universitario, y si está, le prepara para el campo profesional?

Para dar respuesta a estas interrogantes es necesario entender si el papel de las instituciones de educación superior están logrando desarrollar las distintas habilidades, destrezas y conocimiento para desarrollar y desenvolverse de forma idónea en la disciplina que eligió el joven a estudiar, o por el contario, existe un divorcio entre lo que estudia y lo que debe realizar en el campo laboral, sobre esta tesis González (2002) señala que para lograr competencias laborales se requiere de la aplicación de los atributos personales, conocimientos, habilidades, aptitudes, actitudes para lograr un desempeño efectivo, de esta forma la competencia se constituye en una capacidad real cuando las condiciones del proceso formativo exigen al alumno lograr un resultado destacado en función de las necesidades de la empresa.

Ahora bien, el gran desafío es lograr que tanto las instituciones educativas busquen formar a los estudiantes para desempeñarse de forma idónea al salir graduados, e incorporarse al mundo laboral, sin embargo, la realidad es otra  la dinámica con que se está moviendo el mundo actualmente, la economía productiva centrada en pocas  naciones, hacen que los sistemas educativos de la era industrial, deban de ajustarse y velar que el desfase entre teoría y práctica no sea tan gradual, como la que se está viviendo y experimentando en las universidades.

El cambio debe de darse y se debe de iniciar con una planificación y políticas educativas acordes a lo que necesita el alumno, no centrado en procesos memorísticos que al final lo que hace, es desvincularlo de la realidad que va a enfrentar al momento de incorporase al mercado laboral, pues, lo que ha dictado y ha marcado tendencias en las últimas décadas, es la proliferación de conocimientos dictados, en los cuales los jóvenes deben de interiorizarlos de forma mecánica y memorizables los distintos conocimientos, sin la debida explicación y conciencia del porque lo hacen y, sobre todo, la importancia que tiene con su formación.

Lograr comprender y conceptualizar educación y su vinculación a la importancia de las competencias profesionales en el profesional del futuro, sin lugar a dudas, aspectos como la motivación, desarrollo de habilidades para el futuro, valores sólidos y éticos, les permitan mezclar el trabajo con el resto de su vida y les ofrezcan una carrera con un sendero claro, por lo tanto, considero que la complejidad y relevancia del tema impone la necesidad de un abordaje interdisciplinario y transdiciplinario, con la finalidad de lograr desarrollar en los profesionales en el contexto universitario, un escenario laboral en el que se inserten de forma exitosa al campo laboral.

Referencias
Cejas, E. (2009). La formación por competencias laborales y la enseñanza de la computación. Argentina: El Cid Editor.
Echeverría, B. (2008). Orientación profesional. España: Editorial UOC.
González, V. (2002). ¿Qué significa ser un profesional competente? Reflexiones desde una perspectiva psicológica. Revista Cubana de Educación Superior. Vol. XXII No.1, 45-53.

Irigoin, M.; y Vargas, F. (2009). Certificación de competencias: del concepto a los sistemas. Suiza: Organización Internacional del Trabajo.

lunes, 18 de mayo de 2015

Simbiosis: Educar y Aprender

SIMBIOSIS: EDUCAR Y APRENDER 

El objetivo de este blog es iniciar una comunidad de aprendices en el cual el conocimiento y el cómo lo socializamos, sea el motor que mueva nuestra vida en una constante y permanente formación que debe de durar toda la vida, de ahí, el éxito en nuestra misión y profesión de formadores.


Educar y aprender: Conceptualización


Desde el punto de vista etimológico la simbiosis proviene del del griego: syn, 'juntos'; y βίωσις, biosis, ‘vivir’ de ahí la importancia de estar juntos y vivir para educarse, aprender e interiorizar en una comunidad de conocimientos, con el cual el aprendizaje juega un papel primordial y prioriza la interacción estrecha y persistente entre individuos con diferentes formas de pensar, actuar y razonar, por lo tanto, somos simbiontes en un mundo de conocimientos en un constante cambio y, en el como, nos educamos y aprendemos.


Aprender y educar son dos conceptos que si bien es cierto se conjugan y uno es consecutivo del otro, se debe de lograr hacer una simbiosis con la finalidad de lograr qué habilidades son las que los estudiantes deben de adquirir en el aula y, que sean, las idóneas; sin embargo, la pregunta surge ¿Qué es lo más importante que puede enseñarse en un centro educativo, sea a nivel primario, secundario o bien a nivel universitario? Considero que lo más valioso es aquel conocimiento que permita aprender por uno mismo, lo que logremos interiorizar de forma sostenida y duradero.

La meta como formadores es lograr enseñar cómo aprender mejor, y ha sido o ha estado siempre presente en cada institución que tenga vocación formadora, sin embargo, la constante ha sido formar estudiantes con un aprendizaje cortoplacista fuera de los contextos de lo que está demandando la sociedad actual, en un mundo cada vez más globalizado y cambiante, de ahí, lograr que cada alumno desde su estructura cognitiva y antropológica, sea capaz de desarrollar habilidades con una clara visión de aprender a aprender como principal competencia en la búsqueda de un aprendizaje autónomo. 

Por lo tanto, el aprender y educar no debe de girar o gobernar nuestras vidas con un simple hecho de acumular contenidos; al contrario, debe de basarse en el uso de la información necesaria para lograr afrontar y enfrentarse a los diferentes retos que le va a demandar una carrera profesional, o la vida misma. De ahí que la motivación y actitudes como elementos afectivos del estudiante, juegan un papel protagónico en su desarrollo del cómo aprende y se educa.

En conclusión, aspectos como experiencias previas de aprendizaje, formas o estilos pedagógicas y creencias de los alumnos, son parte del andamiaje que el formador o docente debe de lograr ir construyendo en cada estudiante, con la finalidad de lograr aprendices más holísticos, con capacidades intrínsecas que les permita adaptarse a nuevas tareas y, que sea, la búsqueda de lograr aprender.